La restauración de la muralla en el Trasmuro saneará casi 200 metros y costará 669.000 euros.

La muralla de Huesca está punto de someterse a nuevas obras de rehabilitación en la que será la más ambiciosa de las intervenciones realizadas hasta ahora en el monumento. Es unas semanas se sacará a concurso la restauración de los paños que van desde el número 102 de la calle de Desengaño hasta el Colegio San Vicente, un tramo de 190 metros. Estos trabajos, que costarán 669.000 euros y empezarán en junio, darán continuidad a los que se llevaron a cabo hace dos años en la zona que va desde la Casa Amparo hasta el número 102 de la calle que descansa sobre el muro, unos 70 metros de longitud.

Las obras que financian al 50% el Gobierno de Aragón y el Ministerio de Fomento (con los fondos del 1% Cultural) se centrarán en la cara interior de la muralla, es decir en la pared hacia la que daban las traseras de las viviendas que se derribaron hace un año para permitir la rehabilitación de esta y la construcción de un paseo. Luis Franco, arquitecto que ha redactado el proyecto de restauración, explicó que «se excavará hasta llegar a terreno inalterado (unos 5,5 metros) para hacer un drenaje y porque profundizar es fundamental para tener un conocimiento cierto, ya que hay mucha especulación».

Entre las especulaciones que conviene atajar está la del espesor del muro, que data del siglo IX y que en algunos puntos comparte trazado con la antigua muralla romana (S.I). Franco apuntó que se tiende a pensar que la pared tiene un espesor importante, «pero debido a la rapiña puede haber partes muy débiles y si aquí se va a hacer un paseo habrá que reforzarlas». De hecho, cerca del colegio de San Vicente ya se ha producido algún desprendimiento.

Los trabajos comenzarán próximamente

Las obras tiene un plazo de seis meses, pero cuando terminen su efecto apenas será visible en la Ronda de Montearagón. El presupuesto del que se dispone solo permitía intervenir en la cara interior de la pared o en la mitad del muro y se ha optado por la primera opción. «Siempre es mejor intervenir por la cara interior para ver qué muralla tenemos y, en proyectos siguientes, tomar decisiones más acertadas por el exterior». La muralla quedará saneada y el ayuntamiento podrá construir el paseo en una sola fase.

El arquitecto insistió en que para hacer una restauración en condiciones el drenaje es fundamental porque alargará mucho más la vida de lo que hagas. «Poner nuevas piedras y dejar el terreno así acelera el envejecimiento del material más reciente», explicó.

El mal que padece la muralla de Huesca, de la que apenas quedan 500 metros a la vista, obedece a la degradación de la piedra arenisca, que sufre como ninguna los cambios de temperatura y la acción de las sales del agua que cristalizan en su interior y la estallan. A ello se han sumado los avatares históricos y la rapiña, que incluso obligó a algunos reyes a publicar edictos prohibiendo a los ciudadanos coger piedras del muro para utilizarlas en otras construcciones o en viviendas. Eso ocurrió ya en la poca cristiana, cuando la muralla perdió su carácter defensivo y pasó de proteger a una ciudad que en su origen estuvo situada cinco metros por debajo de lo que hoy es la calle de Desengaño a convertirse en un muro de contención que con el tiempo se fue colmatando y deteriorando.

Fuente: Heraldo de Aragón

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